MISIÓN CUMPLIDA

11 de octubre de 2008, histórica fecha que quedará grabada para siempre en el corazón de un grupo de amigos, que vió concretar un sueño que parecía difícil de lograr.

Antes de salir al verde césped a enfrentar al temible Rosas, las sentidas palabras de un Dalmiro al borde del llanto calaron hondo en el espíritu del equipo, que salió a llevarse por delante a los decontrolados e irascibles jugadores de Rosas que pretendieron a fuerza de golpes, insultos y bravuconadas baratas amilanar a un grupo que siempre tuvo claro como jugar el partido, sabiendo de antemano lo que iba a suceder.

Sería bueno aclarar que Angel Navarro a lo largo de todo el campeonato nunca pidió suspender un partido o modificar un horario, todo lo contrario a nuestros rivales de turno, que tienen alquilada la cancha 6, y suspendieron partidos para beneficio propio. Y en esta oportunidad pretendieron hacer lo mismo con nosotros, intentando suspender el partido, luego modificar la hora de inicio del mismo y hasta anotar un arquero y un jugador de campo especiamente para este partido. Aparentemente nuestra negativa a aceptar semejante despropósito los enfureció por completo y creyeron que con golpes e insultos nos iban a doblegar. Y a nosotros nos puede ganar cualquiera, pero de guapo nadie.

Y enseguida empezaron a llegar los goles del inspiradísimo Pedro para lograr un 2 a 0 tranquilizador. Pero esta final iba a tener momentos de dramatismo, y pronto Rosas se encontró con un regalito y el partido parecía complicarse. Pero pronto un gran gol de cabeza de la Pepona puso las cosas en su lugar y el primer tiempo terminó 3 a 1.

Al comenzar la segunda etapa Pedro marcó el cuarto gol que parecía definitivo.

Pero el querido guardametas Sambuceti, verdadero caballero de la angustia, se iba a encargar de que el partido tuviera ese dramatismo digno de las grandes y épicas batallas futbolísticas, y así fué como fueron llegando los goles de Rosas (incluyendo un hermoso penal-obsequio del árbitro) hasta quedar el match empatado en 4 tantos por bando. Y cuando parecía que el sueño se desvanecía, a dos minutos del final se vino la mano de Dios, penal, gol de Pedro, final del partido, delirio, llantos, explosión, abrazos fuertes, vuelta olímpica completa con aplausos y reconocimiento del rival. ¡Navarro campeón! Y a festejar como corresponde. Nos lo merecemos. Y que no se pierda la mística. Los campeonatos pasan y este en especial va a ser un hermoso recuerdo. Pero lo que que perdura y nunca se termina es la amistad. Ya nos demostramos que podíamos lograrlo. Ahora volvamos a lo que mejor hacemos, a divertirnos y jugando todos un tiempo si hace falta.

¡Salud Campeón!

PD: Un humilde mensaje para el señor García Berro y Cia